A mis padres:

Si alguna vez se alterara el orden de cómo esperamos que suceda la vida, todo estaría bien.

Estarían bien los cuentos antes de dormir y la luz encendida porque el cuadro de la habitación me mira y me da miedo.

Los masajes en la espalda para despertarme y esa canción desafinada de “arriba Juan y arriba Juan” que tanto me gusta.

Estarían bien todas las veces que intentaron apuntarme a fútbol cuando siempre quise hacer patinaje artístico.

Por descubrirme y dejarme ser. Porque nada está mal en mí y ya nada tengo que demostrar.

Por hacerme entender que no existen los manuales guía para padres. Y que siempre hay oportunidad para el abrazo y el perdón.

Estaría bien la ropa heredada de los hermanos y los besos con ruido de los abuelos.

La prisa y los malabares por llegar a casa y a fin de mes.

Las peleas, el divorcio, el cuestionarse la paternidad y aún así quedarse.

Estaría bien el respeto a la libertad de mis sueños, pese a distar mucho de lo soñado para mi.

Pero sobre todas las cosas, estaría bien cada una de vuestras células recorriendo mi cuerpo, en este regalo imperfecto tan lleno de amor y de caos que siempre será la vida.

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