Nos merecíamos un paréntesis.

Descansar un rato del caos, las noticias, la economía y de nosotros mismos.

Nos merecíamos trasladar la preocupación hacia algo más simple.

Hacia algo más básico, como el no caernos y llenarnos el culo de nieve;

o buscar la forma de ponernos bolsas en los pies para no calarnos hasta las rodillas.

Necesitábamos algo divertido con lo que arrancarle esquíes, tablas, trineos y risas a las calles.

Y “hazme una foto aquí y otra también allí, para recordar que esta magia también me ha tocado”.

Necesitábamos un pase gratis para jugar en lo bonito.

Para enjuagar el alma en algún charco y seguirla remando.

Para seguir aquí,

a pesar del frío y a pesar de todo.

Aquí.

En lo efímero de un Madrid abrazado maravillosamente en blanco.

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